Nada me sorprende más que la amabilidad de tus gestos,
agazapado como animal nocturno, te mueves lento y soberbio,
alardeando paciencia.
Que inconciencia la mía desearte de esta manera!
y estas ansias de escuchar tu voz amanecida.
No puedo nombrarte, no quiero pensarte,
ya se lo he repetido a mi alma
que aunque se muera de frío,
no sueñe con el amparo de tus brazos
firmes como una roca.
Que inconciencia la mía desearte de esta manera!
cuando te adentras en mi memoria,
te instalas y no me sueltas.
Guardo silencios naturales
y dichos impuestos de
como no recordarte.
Que inconciencia la mía desearte de esta manera!
sabiendote lo más querido,
intentando no pensarte,
podrá entender mi corazón,
que te tengo prohibido?