Desde el mar más azul...

Caía la tarde, ella esperaba ansiosa jugando con un sobrecito de azúcar en su mano, en ese bar al paso al que tanto le había costado llegar, miraba hacia los costados no recordaba bien como era su rostro, entre tantas idas y vueltas, sí recordaba su voz, su letra, por innumerables escritos, firmas y demás.

El entró al bar de traje, algo de prisa llegó hasta su mesa, ella se puso de pié y muy ceremoniosamente estiro su mano, él le correspondió con un atento saludo, y dejo sus papeles mal acomodados en la silla, era una persona agitada, como el caos mismo de esa esquina de la ciudad, se notaba en su apuro por hablar, mirarla, llamar al mozo y atender el celular, todo al mismo tiempo.

El le dijo que todo estaba arreglado, que sus declaraciones habían dado sus frutos que valió la pena esperar.

Ella pidió un segundo café muy liviano, él muy cargado y con sacarina.

Sacó de su maletín papeles incontables, y trató de explicarle la suma de dinero que cobraría, ella miraba por la ventana a unos chicos en una esquina haciendo malabares, otros bailaban, otros pedían, y él explicaba.

Se tomó su cargado café de un sorbo y respiró profundo, sin querer sintió el perfume de ella, fresco, liviano, como su mirada, y tomó su mano, preguntándole si entendía...

Ella dijo -si, pero no me interesa el dinero, solo quería verlos presos, donde deben estar.

El no comprendía porqué, a una cifra agregarle un cero o quitárselo para esa mujer, era exactamente lo mismo.

Bebía despacio su liviano café que seguramente ya estaba algo tibio, Ella lo miró y le dijo:

- Cuanto vale un tramo de su vida?, pongale precio.

- No puedo.

- Yo tampoco puedo decir que ese tramo de infierno tiene un cero más o menos, que voy a comprar con ese dinero?, dígame ya donde van a venderme la inocencia perdida, donde compro un poco de dignidad, porque me despojaron de todo, donde venden la razón porque perdí la mitad de ella ahí, justo ahí, se quedó mi alegría mis sueños, mi confianza, mi futuro, todo enterrado en un mismo lugar.

El miro su taza vacía cerró sus puños y se sintió impotente.

Tomó su mano, nunca había tenido entre las suyas una mano tan pequeña, tan frágil, tan blanca.

- Míreme,... solo quiero verla feliz, y sé que podrá hacerlo, sé que mi heroína no me va a defraudar, porque usted sabe que es mi heroína no?

Usted fue mi problema, hoy tengo la solución aquí, acéptela, trabajamos mucho para esto.

Recuerdo que una vez me dijo que le gustaría conocer Grecia.

Déjeme cerrar los ojos, y verla feliz con sus hijas en Santorini, déjeme ese pedazo de su sueño, y mis honorarios están pagos.

Ella lo miró a los ojos, y recordó haber dicho eso porque soñaba siempre que el mar mas azul era el Egeo, y que solo lo había visto por unas pocas fotos y algún mapa cuando era pequeña.

- Vaya y véalo, mírelo por mí, bébaselo, riase fuerte, tan fuerte que yo desde aquí la escuche, pero vaya, sé que volverá diferente, no se si será esta misma mujer que tanto trabajo me dio, que tanto desapareció y apareció con gritos ahogados, no lo sé.

Pero se lo merece.

Cumpla su sueño, y cumpla el mío de verla en un crucero con sus hijas en Grecia.

Ella se puso de pié, estiró su mano, dejó el dinero de la consumición sobre la mesa, él puso el dinero en su pequeña mano, ella volvió a dejarlo en la mesa, solo levantó el sobrecito de azúcar y lo hacía jugar entre los dedos, hacia rápidos malabrares, con habilidad inusual.

Ella lo miró a los ojos, lo abrazó en silencio, él no se animó a tocarla, era su cliente, pero alcanzó a escucharle los latidos de su corazón, y su respiración como brisa sobre su hombro, y se recordó una vez más a si mismo, que era su cliente.

Solo la vió irse, caminando serena y tranquila entre la gente, jugando con un sobrecito de azúcar entre sus dedos, era la mismísima contradicción de la ciudad y su agitada carrera, ella no tenía apuro, nunca lo tuvo, le habían sacado todo, menos la voluntad, y su fuerza interior, su fe y su Dios.

Así se le perdió entre la gente.

Pasaron 8 meses, una mañana en su oficina rodeado de papeles, celulares, computadora, y como si todo eso fuera poco, un socio!,... abre su correo como todos los días, 34 mails, y uno de ella.

Lo abrió aparecieron un par de fotos y pocas palabras.

"Desde el mar mas azul del planeta, gracias!! lo abrazo a usted con infinito cariño"

El, cruzó los brazos sobre el teclado apoyó su cabeza y largó una carcajada de felicidad, levantaba la vista y leía una y otra vez, se paró prendió un cigarrillo,... miró por la ventana, y vió en la esquina unos niños haciendo malabares, así, como los hizo ella con su vida, así tal cual, como los hizo él con el pedazo de historia que ella le dejó una vez en sus manos...

(Dedicado, a quien apuesta incansablemente, que los sueños son realizables)