jueves, 18 de octubre de 2007


Sentados en corro merendábamos, besos y porros y las horas pasaban de prisa entre el humo y la risa.Te morías por volver con la frente marchita cantaba Gardel y entre citas de Borges Evita bailaba con Freud, ya llovió desde aquel chaparrón hasta hoy.


Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte carricoches de miga de pan, soldaditos de plata. Con aguita de un mar andaluz quise yo enamorarte pero tú no tenías más amor que el de río de la plata.

Duró la tormenta hasta entrados los años ochenta cuando el sol fue secando la ropa de la vieja Europa. No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió, mándame una postal de San Telmo, adiós cuídate, y sonó entre tú y yo el silbato del tren.

Aquellas banderas de la patria de la primavera a decirme que existe el olvido esta noche han venido te sentaba tan bien esa boina calada al estilo del Ché Buenos Aires es como contabas, hoy fui a pasear y al llegar a Plaza de Mayo me puse a gritar ¿donde estás?

Y ya nadie me escribe diciendo no consigo olvidarte, ojalá que estuvieras conmigo en el río de la plata. Y no volví más a tu puesto del rastro a comprarte carricoches de miga de pan, soldaditos de lata.